Hábitos saludables

Tuteo por Decreto

tutearLa flamante nueva Alcaldesa de Madrid ha manifestado que tuteará a los concejales y que ellos deberán ser tuteados por los madrileños como reflejo del nuevo estilo mas cercano.

Al margen de la carga política de tal gesto, personalmente creo que el “tuteo” es una forma de dirigirse a los demás que tiene su propio ámbito y no puede desnaturalizarse para convertirse en fórmula universal y digna de seguimiento indiscriminado. Mal ejemplo será eliminar lo que son usos sociales de cortesía con significado útil entre las personas. Y no es un problema de clases, de cultura ni de ideología.

Se ha dicho que el “usted” es la degeneración fonética del uso medieval del “vuesa merced” (de “vuested” a “usted”). Lo que importa es no perder de vista el significado de tales términos según los lingüistas “Se utiliza el pronombre tú para designar a la persona a quien se está hablando, cuando existe confianza o camaradería y el pronombre usted si existe cierta distancia”.

En efecto, considero que el “usted” cumple una misión de respeto y el “tuteo” es el gesto de acercamiento, familiaridad e intimidad. Me explicaré.

1. Cada uno es dueño de abrir las puertas de su vida a los demás y el tuteo agresivo por parte de quien no ha sido invitado a ello evidencia mala educación en doble sentido. Mala “educación” en cuanto a formación cívica recibida, y mala “educación” respecto a la persona a la que se le espeta.

Me da pena cuando algún muchacho al tiempo de presentarme por primera vez a adquirir algo en un establecimiento o recibir un servicio, sin que yo tenga pensado entablar ningún tipo de relación amistosa con él, que me espete el “¿tú, qué quieres?”.

El problema de educación se agrava y revela además estupidez o falta de inteligencia social, si ante ese tuteo de bienvenida, yo me dirijo con un educado distanciamiento: (¿tienen ustedes…?) y me vuelve a contestar con un tuteo desganado (¿para qué lo quieres?).educación

La situación se me ha reproducido ocasionalmente cuando algún taxista me tutea (normalmente antes de imponerme su opinión que no le pregunté sobre mil cosas) o cuando algún mozalbete me pide algo en la calle (¿tienes fuego?), o cuando recientemente un camarero me espetó al pedirle sacarina (“no te creas que adelgaza”, cuando no le pedí su diagnóstico clínico ni conversación).

Incluso recuerdo en una entrevista a la que asistí como miembro de un Tribunal de selección para unas plazas de Bibliotecario, en que la última prueba era una entrevista y en la que el Presidente trató con respeto y de usted al darle la bienvenida a uno de los aspirantes finalistas y le preguntó: “Usted… ¿cuáles cree que serán las responsabilidades que tendrá en la plaza de obtenerla?”; la respuesta brusca del aspirante fue: “Eso lo sabréis vosotros, porque si tú no lo sabes que eres el Presidente, mal te lo voy a decir yo”. Ni que decir tiene que ese candidato no obtuvo la plaza, y no tanto por su grosería sino porque demostró una absoluta falta de tacto para tratar con el público en su trabajo.

2. Me molesta. Qué le voy a hacer. No puedo evitar cuando recibo de un desconocido un “tuteo” espontáneo, el ponerle automáticamente “en libertad vigilada” y si como réplica yo continúo utilizando el usted subrayándolo y el interlocutor permanece indiferente, me veo obligado a sacar lo peor de mí en términos de frialdad y distancia.

el tuteo imbecilSé que el tratamiento de usted goza de mala salud en tiempos de tecnologías y whatsapp, donde la economía expresiva pasa por suprimir pronombres y evitar expresiones de cortesía, pero creo que hay que mantener ese mínimo ámbito de libertad; decidir quien puede invadir tu espacio vital. Y es que quien te lanza a quemarropa un “tuteo” suele ser la misma persona que se olvida del “por favor” o de las “Gracias”.

Y eso supone olvidar dos pilares de una sociedad civilizada: la cortesía y el respeto.

3. No se trata de volver al tuteo frío entre padres e hijos, puesto que ahí hay contacto y relación estable. Tampoco del usted humillante por parte de autoridades, jefes o profesores. Se trata sencillamente de utilizar con naturalidad el “usted” tanto por respeto al interlocutor como por defensa de nuestro propio espacio.

Y por supuesto no pensemos que un dependiente o empleado tiene obligación de soportar nuestro tuteo por ser nosotros el cliente (ya expuse la importancia de esta circunstancia para ser bien atendido por los recepcionistas de los hoteles).

Igual que no me gusta que me llamen a voces, con interjecciones, ni que eructen o tosan sin taparse la boca en mi presencia, tampoco me gusta que me lancen ese “abrazo verbal” que es el “tuteo inconsentido”.

Considero que el “tuteo” llega con el contacto. De forma espontánea, si la relación avanzará, si existe un clima de sintonía, ambas partes podrán con respeto efectuar el tránsito al “tuteo”.

4. Y por eso me empecino con que mis niños (6, 7 y 14 años) a fuerza de insistencia y paciencia, y pese al compadreo que viven en las aulas y en su mundo, utilicen el “usted” cuando entablan contacto con un desconocido, especialmente si es de mayor edad y muy especialmente si es alguien que personalmente en su fuero interno valora ese tratamiento por su cargo o educación.

5. No me resisto a contar un viejo chiste que ilustra las diferencias prácticas entre el tuteo y el usted.

En un cuartel el coronel le dice al teniente… Este nuevo Alférez que ha venido es un poco raro. No se relaciona con nadie, no va a la cantina, todas las mañanas se va y vuelve al cabo de tres horas… le voy a encargar que lo vigile y me haga un informe sobre el susodicho.

Al cabo de tres días, se entrevistan de nuevo y le informa:

– Mi Coronel. Le informo. He estado estos días siguiéndole. Todos los días coge su coche, se va a su casa, se beneficia a su mujer, se bebe su coñac, y vuelve al cuartel.

– ¡Ah!, entonces es un tipo normal.

– No me ha entendido, mi Coronel. Si me permite que le tutee, lo entenderá: “Todos los días coge tu coche, se va a tu casa, se beneficia a tu mujer, se bebe tu coñac, y vuelve al cuartel.

En fin, no se si me han entendido. Aunque con esta charla y con la paciencia demostrada para llegar hasta aquí, creo que podemos tutearnos… ¿verdad?.

5 comentarios

  1. Muy buen comentario, es como si por Decreto, al que se llama Juan, le llamamos, sin más ni más, sin su permiso, Juanito o Juanillo, por aquello de la cercanía.

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  2. Acabo de descubrir este blog, aunque soy lector habitual de Contencioso.es. Creo muy acertado este artículo y he llegado a pensar que soy raro por compartir lo expuesto aquí.
    Me sorprende que en la página web de bancos o compañías aéreas tuteen.
    Soy funcionario del grupo A1. Ciertamente, siempre trato de usted a los ciudadanos y ha habido quien se han molestado por tratarlos de usted.

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  3. Te cuento que llegué a tu artículo buscando algo sobre el tuteo después de haber leído que en la Revolución Francesa se había suprimido este por decreto, medida que me pareció muy adecuada. Quizás tu problema mayor sea el de ser de una edad mental muy avanzada. Yo tengo 62 años y te confieso que ya hace mucho tiempo deseo que se aboliera esta mierda del trato diferenciado entre «tú» y «usted». como si hubiese entre las personas diferentes grados de calidad o la obligatoriedad de un respeto falso expresado sólo en una forma gramatical. Con la eliminación del «usted» (que estoy seguro de que vendrá definitivamente) se evitarán muchas situaciones desagradables de inseguridad y estúpida desconfianza en la relación verbal con los otros. Eso por ahora.

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    1. Pues no creo ni que yo tenga un «problema mayor» ni «edad mental avanzada». Cada uno sabe el respeto que desea y cómo abre las puertas de la proximidad de los demás. Nadie obliga a nadie a que utilice o no el usted, pero nadie me obliga a mí a tratar igual al que lo usa y al que no. Usted sabrá lo que hace y siente, y mucho más franco y explícito le sería con mi opinión si yo le ofreciese el tuteo, pero por ahora ni lo deseo ni me interesa.

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