Pocos actores hay que demuestren la carga psicológica del personaje con mayor naturalidad y credibilidad (el malvado Doctor Lecter en «El silencio de los corderos»; el mayordomo Stevens en «Lo que queda del día»…).
Pues bien, en la vida muchas veces nos vemos sometidos al trance de hablar en público, confesar algo incómodo, demostrar credibilidad ante otros… Y no lo conseguimos.
En su momento me ocupé de cómo evitar el llamado miedo escénico para hablar en público, pero ahora descubro en una entrevista en el Actors Studio a Sir Antony Hopkins, donde nos enseña dos valiosas claves que no deberíamos perder de vista en nuestra vida cotidiana. Cuesta ser natural y convincente, pero todo se aprende.
Dos consejos que da referidos al cine y teatro pero perfectamente aplicables en el vida real para ganar seguridad y autoestima.Veamos.
Frente a las dudas de cómo nos valorarán los demás nuestra intervención…
«Lo mejor es subir a al escenario y brindar una actuación fluida e improvisar y es muy posible que si estas calmado y eliminas tu ego cuando puedas entonces podrás despegar y esos momentos son mágicos y suceden»
La enseñanza es clara. A veces somos nuestro propio enemigo. Hablamos para gustarnos, exponemos para ajustarnos a una imagen o patrón que tenemos y nos olvidamos de lo importante que es, comunicar lo que tenemos que decir, dejando aparcado nuestro orgullo y estúpida adoración a nuestra imagen.
Frente a la sombra de que pueda salirnos mal…
«No debemos olvidar que el mundo no se detendría si nuestra actuación saliese mal. Y eso da una gran libertad. Me digo Hoy es el mañana que tanto me preocupaba ayer«
Soberbia enseñanza. Por mucho que magnifiquemos cada momento, es una gota de agua en el océano. Ni somos insustituibles ni nuestros defectos son irreparables.
Es difícil llevarlo a la práctica, pero al menos son dos frases que requieren reflexión. Y como me gustaron y las anoté, las comparto.