Ayer noche vi la película “Doce hombres sin piedad” (Sidney Lumet, 1957), un clásico donde se muestra la naturaleza humana en blanco en negro y de la que se aprende mucho.
Básicamente para los que no hayan visto tan espléndida película ambientada en los años sesenta en Estados Unidos, se trata de doce personas encerradas en una habitación como Jurado para determinar si un adolescente es culpable o inocente del asesinato de su padre. Son doce personas de variada condición profesional y edad (arquitecto, contable, publicista, pintor, relojero, jubilado, etcétera), aunque curiosamente ninguno es mujer ni de color. Todos menos uno están convencidos de la culpabilidad del acusado y se necesita la unanimidad tanto para condenar (la silla eléctrica) como para absolver. El que tiene dudas se esfuerza por conversar y razonar sobre la fuerza de las pruebas que sostienen cada voto, y es entonces donde poco a poco va aflorando la luz.
En ese espacio cerrado es donde la condición humana aflora en su miseria, donde se muestra que cada ser humano tiene mucho de muñecas rusas, y donde la verdad admite muchos puntos de vista.
Una película crudamente real (de hecho la traducción literal del título sería “Doce hombres enojados”, Twelve angry men), y donde se ven al igual que en la vida situaciones como estas:
- Cuando los prejuicios marcan las decisiones y aplastan las razones (como quien tiene problemas con su hijo y ve con malos ojos al joven acusado).
- Cuando la escala de valores es frívola (como el caso de quien quiere condenar pronto para irse a un partido).
- Cuando vemos sin observar y escuchamos sin oír (como el caso del testigo en que el Jurado no analiza sus condiciones físicas para ver u oír, y que demuestran que realmente no pudo ver ni oír lo que dice que percibió).
- Cuando nos obcecamos y no cambiamos nuestra primera opinión para que no nos juzguen de frívolos.
- Cuando no se tienen argumentos y se ataca a la persona o se la insulta.
- Cuando los argumentos se debilitan y se grita para reforzarlos.
- Cuando alguien se ve solo en su opinión y para evitar el ridículo se deja llevar por la mayoría
- Cuando alguien se ve tan seguro de su opinión que avasalla a los demás
- Cuando alguien ve debilitada su posición y busca apoyos de otros a cualquier precio
- Cuando existe alguien que tiene la entereza y resistencia moral para remar contra corriente y defender lo que cree justo. Esa es la madera del héroe.
En definitiva, un buen laboratorio para ver las debilidades de la condición humana con los ojos de quien examina una pecera o ratoncitos en una caja. Todos deberíamos aprender a conocernos mejor y conocer mejor a los demás tras esa película.
En fin, para no romper la magia de quienes se recreen con la película me limitaré a exponer los términos en que el juez encuadra el caso y advierte la misión que corresponde al Jurado:
El asesinato premeditado es el cargo más serio juzgado en nuestros tribunales penales. Han escuchado los testimonios, le han leído e interpretado la ley, y ahora es su deber sentarse y tratar de separar los hechos de la fantasía. Un hombre está muerto, la vida de otro hombre está en juego; si hay una duda razonable en su mente sobre la culpabilidad del acusado, una sola duda razonable, entonces deben traer un veredicto de «No culpable». Sin embargo, si no hay dudas razonables, deben, en conciencia, encontrar al acusado «Culpable». Sea cual sea su decisión, su veredicto debe ser unánime. En el caso de que encuentre al acusado «Culpable», el tribunal no tendrá misericordia. La sentencia de muerte es obligatoria en este caso. Se enfrentan a una grave responsabilidad. Gracias, caballeros.
El miembro del Jurado num.8 (Henry Fonda), que defiende las dudas sobre la culpabilidad del acusado muestra el esfuerzo de sangre fría y mente limpia que requiere la tremenda responsabilidad de juzgar a un hombre, y el valor de la presunción de inocencia:
Jurado # 8 : Siempre es difícil mantener los prejuicios personales fuera de estos asuntos. Donde sea que te encuentres, el prejuicio siempre oscurece la verdad. Realmente no sé cuál es la verdad. Supongo que nadie lo sabrá nunca. Nueve de nosotros parece que sentimos que el acusado es inocente, pero lo decimos sobre probabilidades, podemos estar equivocados. Podemos estar tratando de dejar que un hombre culpable salga libre, no lo sé. Nadie puede realmente saberlo. Pero tenemos una duda razonable, y eso es algo muy valioso en nuestro sistema. Ningún jurado puede declarar culpable a un hombre a menos que esté seguro.
En fin, también me encanta un tema menor, el de la educación, que aflora en las discusiones del Jurado.
Jurado # 11 : pido perdón …
Jurado # 10 (burlándose) : «¿Pido perdón?» ¿Por qué eres tan educado?
Jurado # 11 : Por la misma razón que no lo eres: es la forma en que me criaron.
También deja huella la cruda explicación del deformado testimonio acusador de un anciano que perseguía su momento de gloria ante el Tribunal:
Este es un anciano tranquilo, asustado e insignificante que no ha sido nada en toda su vida, que nunca ha tenido reconocimiento, su nombre en los periódicos. Nadie lo conoce, nadie lo cita, nadie busca su consejo después de setenta y cinco años. Eso es una cosa muy triste, ser nada. Un hombre como este necesita ser reconocido, escuchado, citado solo una vez. Esto es muy importante.
En fin, una película que deberíamos ver con atención e introducirnos entre esos miembros del Jurado para captar sus actitudes, opiniones y prejuicios, y darnos cuenta de que ese es un modelo a escala pequeña de numerosos espacios sociales en que nos movemos.
Lo triste es que en la vida no siempre quien tiene la razón convence a quien no la tiene. No siempre los buenos ganan. No siempre los malos rectifican. No siempre triunfa la Justicia.
Pero al menos tenemos un deber moral, como expone el miembro del Jurado cuando al inicio le avasallan los otros once miembros para que vote «culpable» consisten en que: » al menos debemos conversar» y «escuchar las razones«. Importante.
El miedo es libre.
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Y el buenismo político, postureo social es el cáncer de las corrientes humanitarias del pensamiento más reciente.
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