Claves para ser feliz

El despropósito de los propósitos para el nuevo año

Captura de pantalla 2017-12-28 a las 16.26.30Parece que el ciclo de la vida lo dividimos en años, y que al término de cada año hemos de hacer balance y  reorientar la vida y metas para alcanzar el nuevo año que se nos regala. Un año nuevo a estrenar y listo para rellenar. Nos sentimos como cuando éramos escolares de EGB   y al inicio de curso adorábamos los libros nuevecitos que nos comprometíamos íntimamente a cuidar.

Se diría que tras el aturdimiento propio de las copiosas comidas navideñas, las compras atosigantes y el bombardeo de luces y músicas, se nos despertase la conciencia, y en vísperas del nuevo año comenzamos a hacer nuestra personal lista de deseos o promesas.

Cuando somos jóvenes las metas son sencillas y centradas en tareas con movimiento, o sea experiencias nuevas con parejas, con juegos, con deportes, viajes, nuevos negocios o cosas materiales.   Cuando somos mayores las metas se centran en labores de mantenimiento: mantener la salud, mantener la economía doméstica, mantener el peso, mantener la memoria, mantener los amigos, mantener las ilusiones… mantenernos vivos.

Pero profundicemos un poquito…

Lo curioso es que todos los seres humanos coincidimos en la meta que queremos para nosotros y para los demás: ser felices… Tan sencillo y tan complejo, puesto que pocos coincidimos en el camino elegido para la felicidad. Cada uno tiene su idea y cada uno promete lo que hará, lo que cambiará, lo que emprenderá… Pero como prometer es distinto de comprometer pues todos prometemos hacer más y mejores cosas, aunque en nuestro fuero interno sabemos que no lo conseguiremos.

 New-Years-Resolutions_620Para los judíos, la Torá dice que todo hombre debería construir una casa, plantar un viñedo y tener cónyuge. El poeta cubano José Martí lo actualizó hacia el conocido reto «Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro».

Por mi parte, en lo que respecta a estos tres retos clásicos, he tenido la fortuna de cumplirlos con creces. Aunque creo que esa lista resulta anacrónica:

  • el mérito no es plantar un árbol, sino cuidarlo, regarlo y podarlo para que crezca robusto y  genere sombra, y si es para otra generación mejor.
  • lo relevante no es escribir libros sino que sean leídos, y cada vez se escribe más pero se lee menos
  • tener hijos no tiene mérito, pues el mérito es educarlos

Quizá una versión más realista y actual sería « Reciclar, tener un blog, y ser solidario».

Además los retos típicos ya no me motivan. Lo de dejar de fumar fue fácil cumplirlo ya que jamás fumé; lo de aprender otro idioma o conseguir un tipo apolíneo haciendo deporte no lo cumplo por débil y nada disciplinado;  lo de viajar a los lugares que sueño se quedarán en sueño porque no los aguantan mi cuerpo ni mi billetera.

Captura de pantalla 2017-12-28 a las 16.24.58Así que ahora toca levantar la vista y gozar de la vida que me rodea. Por eso, mi propósito mas firme es dedicar mas tiempo a las relaciones familiares, amistosas y sociales. Por ese orden. Poco virtuales y mucho presenciales. Lo merecen y se lo debo. Eso comportará un serio frenazo a la productividad profesional o intelectual, pero ya es hora de dar un giro a la vida, aunque me temo que dentro de un año, como en la película Atrapado en el Tiempo (1993) volveré a planteármelo. Al menos que no me quiten la ilusión por cambiar.

Me sumo así a los incongruentes que alzamos metas que no conseguiremos y formulando deseos inalcanzables al finalizar el año. Lo cierto es que sigue vigente la sabiduría de la vieja canción de Cristina y los Stop de 1967: «Tres cosas hay en la vida: Salud, dinero y amor.»

Lo de las nuevas generaciones es otro cantar. Nunca mejor dicho. Dado que mi hija de ocho años reclama de regalo un teléfono móvil, mi hijo de diez una Play Station 4 y el de 18 dinero para otro artilugio de nombre impronunciable, pues mi deseo para ellos es doble. Primero que no culpen a los Reyes Magos porque los conozco bien y no traen lo que no conocen y temen; segundo, que no se olviden que las cosas pasan y las personas permanecen.

En esta línea, me apetece compartir este lúcido pensamiento inspirador de Malak El Halabi, un poeta libanés, que a mi juicio da en el clavo de lo que deberíamos tener en cuenta los esclavos tecnológicos de lo que es realmente importante en la vida:

Al final del día, debes tratar de recordar que no se trata de la cantidad de seguidores que tienes o los números de » me gusta «, los comentarios y las acciones que reciben tus publicaciones.

Es la cantidad de personas que estarán presentes en la habitación del hospital cuando caigas terriblemente enfermo.

Es la cantidad de personas que recordarán tu cumpleaños como si recordaran su primer nombre.

Es el número de personas que te invitarán a celebrar la Navidad o la víspera de año nuevo.

Es la cifra de personas que realmente se presentarán para mirar a tu hijo recién nacido o para bendecir tu nueva casa.

Es el número de personas que cruzarían un océano para ver tu cara.

Es el número de personas que llorarán cuando fallezca uno de tus padres.Es la cantidad de personas que harán un esfuerzo levemente mayor que el pulgar para estar ahí para ayudarte «.

joy Y si la meta es Como montarse una vida feliz y sana en tiempos revueltos, mi granito de arena está en mi último ensayito, No somos muebles de Clickea (2017) donde reina el sano optimismo que nunca debemos abandonar.

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