El comer es un placer Reflexiones vigorizantes

La magia del regalo inesperado

En quince días he recibido dos regalos. No era mi cumpleaños, santo o celebración alguna. Por eso son más de agradecer. El mundo sería más bello si nos regalásemos unos a otros cualquier cosa sin otra razón que el afecto y el deseo de hacer feliz a otro, sin contraprestación.

Esa es la clave. No tiene mérito hacer un regalo de cumpleaños si nos invitan a una fiesta o similar. Tampoco el regalo de boda o jubilación si vamos a asistir al ágape. Es cierto que el afecto se demuestra si lo que se regala posee un valor manifiestamente desproporcionado al alza sobre el ágape que se recibe, pero así y todo, no dejan de ser regalos de convención social, estimulados por una invitación, llamada o recordatorio.

También es cierto que la vida reparte valiosos regalos inesperados que solo cabe imputar al azar, ya sea noticias buenas de salud, cruzarse en nuestra vida la persona amada, tener un hijo, un reconocimiento profesional, o momentos de íntima epifanía o reconfortante clarividencia.

Cosa distinta es cuando alguien te regala algo porque le apetece. Y si encima te gusta, pues miel sobre hojuelas.

Hablaré de mis dos regalos porque son de distinta naturaleza pero de tremendo gozo personal.

El primero fue un lomo ibérico de Salamanca, de Hernández Jiménez (una empresa familiar de Guijuelo), procedente de un gran amigo al que no le sobran precisamente los fondos, lo que encarece más su valor. Sé que muchos dirán que si el lomo procede del cerdo, un animal de poco prestigio y costumbres, o que engorda.

Vale, de acuerdo con la mala prensa, pero cuando se trata de un lomo ibérico como el que me han regalado, largo y ancho como un garrote medieval, envuelto con primor, y atesorando un placer divino, pues bienvenido sea.

Y ello porque no podemos confundir un lomo o jamón ibérico con la mortadela, las salchichas o con embutidos no ibéricos (pues en lo ibérico dominan las grasas saturadas –las buenas– similares a las del aceite de oliva). Además, soy de los que piensan que el paseo por la vida es para experimentar de lo bueno con moderación, no para ser radicalmente vegetariano, vegano, hipocondríaco o negativo. Asi que ese lomo ha pasado a mejor vida con todos los honores, degustado con delicadeza y llevándome a momentáneos éxtasis.

El segundo fue una escultura de pared de madera, del tamaño de una pantalla de ordenador grande, que representa la Justicia, sólida, hermosa, artesanal, impactante. Me lo regalaron cuatro amigos: un catedrático, un economista, un informático y un pastor. ¿Qué tenían en común? Que son mis amigos y por lo visto, yo soy el suyo.

Una obra impactante, única y que me acompañará siempre, que he colocado en mi despacho en el hogar, para cuando me sienta como galeote, y levante la vista y así encuentre la inspiración o relajo. No me resisto a transcribir la explicación de la obra que el catedrático (no jurista) pero hombre ilustrado en la vida, me envió por guasap:


Queríamos agasajarte con una dádiva demostrativa de nuestro afecto y amistad

Se trata creo de una pequeña obra de artesanía, venida de Roma, que encarna el simbolismo de la justicia: La base del panel es de madera maciza, con un acabado natural que resalta la belleza y textura del noble material.

En el centro, destaca el símbolo de la justicia, bellamente tallado en la madera. La balanza, símbolo emblemático de justicia y mesura, está representada con sorprendente precisión y se encuentra perfectamente equilibrada, reflejando la idea de la justicia como un delicado equilibrio.
A los lados, dos guirnaldas entrelazadas con hojas estilizadas cual coronas que representan el honor y la gloria, asociados con la búsqueda de la justicia con integridad.

En lo alto, una espada afilada en relieve, símbolo del poder y la autoridad de la ley. La empuñadura de la espada está finamente detallada con tallas que refuerzan la sensación de fuerza y determinación. La hoja de la espada está decorada con finas líneas que enfatizan su filo y rigor.

En la parte inferior del panel, un libro abierto que representa la ley. Las páginas del libro están talladas con meticuloso detalle, dando la impresión de que son páginas reales de texto legal. Este elemento añade profundidad al panel, destacando la importancia del conocimiento y la sabiduría en la búsqueda de la justicia.

Todo el panel irradia una sensación de nobleza y solemnidad, testimonio de la artesanía y dedicación de su creador. Creemos que es una obra de arte que va más allá de su función simbólica, transformándose en un homenaje a la amistad, la belleza, la justicia y el arte de la talla en madera.

Así que, como he tenido la fortuna de recibir alegría por partida doble, quede constancia también de mi agradecimiento a mis generosos amigos por esta demostración de altruismo y empatía. Es más, creo que el auténtico regalo del Universo son ese puñado de personas que aparecieron en mi vida y que siempre están ahí, con mano tendida, corazón abierto y sonrisa franca.

La amistad no es solo cuestión de francachelas. Ni de verse en bodas y funerales. Ni de compartir redes sociales.

La amistad es un vínculo emocional que se demuestra cuando se comprenden los deseos y gustos del amigo, y se le provocan pequeñas alegrías, que si se manifiestan en regalos acertados, y forjan recuerdos duraderos. La alegría del momento de recibir el regalo puede desvanecerse, pero la huella de haberlo disfrutado (el lomo con vida efímera, y el panel con vida eterna) siempre permanece. Además, son regalos que hacen feliz a quien los recibe y a quien los da… ¿qué experiencia más gratificante puede haber que fortalecer un vínculo emocional sano y positivo entre personas?, ¿acaso cuando recibimos un regalo sin esperarlo no nos sentimos mejor y con ganas de ser más desprendidos, y en conexión con el mundo?

Por supuesto, no se condiciona la amistad a que te regalen nada, ni esperado ni inesperado, pues la auténtica amistad ya comporta el regalo no abierto (solo se abre en caso de emergencia) de que puedes pedir ayuda al amigo y que éste te escuche y la preste. Aquí recuerdo las palabras de la canción de mi paisano Víctor Manuel («Soy un corazón tendido al sol»):

Aunque soy un pobre diablo
sé dos o tres cosas nada más
sé con quién no debo andar
también se guardar fidelidad
sé quien son amigos de verdad
sé bien donde están
nunca piden nada y siempre dan

En suma, que si tenemos ganas de dar un regalo a alguien, no esperemos la efemérides, y si lo recibimos sin esperarlo, no dejemos de agradecerlo vivamente. A veces basta una llamada o correo sin pedir nada. Saber que existimos para alguien, saber que importamos, es un buen regalo.

Y si antes se decía que las penas con pan, son menos penas, ahora creo que las penas con lomo ibérico… ¡son alegrías! y reincidiré con este Hernández Jiménez. aunque pasaré al territorio-jamón. Como dice el refrán (y se nota mi origen salmantino): «Del cerdo hasta los andares». Así que si eres amigo mío y recibes un paquete con forma de guitarra, no te alarmes. ¿Por qué será que los humanos somos tan sensibles a los placeres terrenales? ¿Y por qué soñamos con cosas inalcanzables cuando las pequeñas cosas nos hacen sentir grandes?

Vivimos un mundo tan gris, rutinario y frío, que no debemos dejar la oportunidad de dar una sorpresa agradable a quién nos importa, alegraremos nuestra vía y la de los demás.


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1 comentario

  1. Por el tipo de regalos que te hacen puedes saber qué tipo de persona creen tus obsequiadores que eres. En su caso le consideran, y no se equivocan, alguien que disfruta del buen comer…se comporta con rectitud…honra la imparcialidad…y cultiva humanidad, conocimiento (jurídico y general) y conciencia para forjar criterios, regir actos y zanjar conflictos (los de la toga, los de la calle y los de la casa).

    Agradecer estos inesperados regalos, convirtiéndolos en fuente de inspiración y eternizándolos a través de este editorial, habla a las claras de su buen corazón. Como su latido proclama: si la gratitud es moderada es de mala calidad; y si el agradecimiento es auténtico no tiene fecha de caducidad.

    De este recíproco premio: el de quienes regalan siguiendo las reglas de la espontaneidad (agasajar porque sí o por justicia, generosidad o aprecio); y el de quienes, tras el inicial desconcierto, reciben reconfortados la dádiva y la devuelven aumentada por vía de celebración, compartimento o reconocimiento. Surge un terreno fértil, vigoroso y productivo en el que puede agarrar y crecer cualquier tipo de virtud o de bien.

    P.D. Decía Cervantes que “Al bien hacer jamás le falta premio”. ¿Saben por qué? Porque, aunque su resultado no sea el merecido, en sí mismo es una recompensa.

    Gracias, como siempre, por su regalo semanal. Aunque sea esperado también tiene magia.

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