Circula por las redes sociales y por infinidad de centros educativos la bonita carta que Abraham Lincoln (1809-1865), quien fuere decimosexto Presidente de los Estados Unidos y el primero por el Partido Republicano, escribió al maestro de su hijo dignifica la labor del docente. Es una bella carta que entusiasma, enseña y muestra la senda para ser hombres de bien. Oigámosla y hagamos algún comentario.
1.
Querido profesor,
Mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces.
Enséñele que por cada villano hay un héroe, que por cada egoísta hay un generoso.
También enséñele que por cada enemigo hay un amigo, y que más vale moneda ganada que moneda encontrada.
Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente de las victorias.
Aléjelo de la envidia y que conozca la alegría profunda del contentamiento.
Haga que aprecie la lectura de buenos libros sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas vistas de lagos y montañas.
Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos.
Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa.
Que crea en sí mismo, en sus capacidades, aunque quede solito y tenga que lidiar contra todos.
Enséñele a ser gentil con los buenos y duro con los perversos.
Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otros lo hacen; que sea amante de los valores.
Que aprenda a oír a todos pero que a la hora de la verdad decida por sí mismo.
Enséñele a sonreír y a tener el humor cuando esté triste.
Y enséñele que a veces los hombres también lloran.
Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que sólo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.
Trátelo bien, pero no lo mime ni lo adule. Déjelo que se haga fuerte solito.
Incúlquele valor y coraje pero también paciencia, constancia y sobriedad.
Transmítale una fe firme y sólida en el Creador. Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres.
Entiendo que le estoy pidiendo mucho pero haga todo aquello que pueda.
Abrahan Lincoln, 1820
2. Aunque la carta es bella, pronto surgieron desmentidos fundados que la tildaron de invento, plagio o juego. Para unos, tal carta no figura en las bibliotecas dedicadas al presidente ni en la librería del Congreso de EEUU. Para otros, está fechada en 1820, cuando Lincoln tendría 11 años.
La mayoría cree que es un escrito de origen indio, con bellas palabras pero no con la paternidad que se les atribuye.
Sin embargo, no creo que nadie pueda asegurar que el Presidente no la escribiese, o lo que es más importante, que pudiese asegurar que el Presidente no pensaba así. Por eso, no importa tanto quien cocinó “el plato” sino si es bueno, sabroso y digestivo. Y la Carta es un bonito ejemplo que no hace daño.
3. Así pues, verdadera o falsa, la carta encierra un mensaje claro y bello. A veces no es tan importante la certeza como la ilusión, el impacto y lo que transmite una carta, una historia. No pocas leyendas enseñan mas que la historia.
4. Tampoco es el único caso. Todos conocemos una carta supuestamente escrita por el ya fallecido Gabriel García Márquez, muy íntima y conmovedora, pero desmentida por el propio novelista.
Es más, ¿cuantas personas quedaron impresionadas por la obra “El Tercer Ojo” de Lobsang Rampa y cambiaron su vida hacia sanos hábitos, contemplación, generosidad hacia la naturaleza, vitalistas… y jamás se enteraron que no existió ese lama tibetano sino que fue obra de un fontanero británico que nunca pisó el país. ¿Saber esto cambia el benéfico efecto de tal fabulación?.
5. Pero lo que importa es recordar que como dice el dicho “si non e vero, si non e vero e ben trovato (Aunque no sea verdad, está bien compuesto (o hallado)”.
Y me pregunto… ¿Acaso a alguien nos gustaría chuparnos los dedos con un plato de merluza y luego que alguien nos dijese que es de piscifactoría?, ¿cuántas obras de arte de falsificadores lucen en museos célebres sin saberlo nadie?, ¿cuántos medicamentos sólo producen el efecto placebo y eso es mejor que nada?, ¿acaso no aprendimos del cuento La Bella y la Bestia, que lo importante no es que seas feo sino que alguien te vea bello?, ¿por qué desmontar la ilusión?
Mas aún… ¿acaso nosotros somos reales?… Si la vida es un sueño, una ficción… vivámosla y disfrutémosla y no dejemos que nos rompan las ilusiones.
6. Si así y todo, nos gusta lo verdadero e indudable, nada mejor que “Dos discursos maravillosos de personas maravillosas” para sentirnos mejor, o con ganas de ser mejores.
Feliz y mágica Noche de Reyes 🙂
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