Claves para ser feliz

Las pequeñas maravillas de Brasil que lo hacen más grande

Por azares de la vida he estado una semana en Brasil, concretamente en Florianópolis, y desde el aeropuerto, en una de las interminables esperas, estoy haciendo balance de las cosas sencillas que me han resultado interesantes. No voy a hablar del sol blanco radiante, ni de la biodiversidad que aflora por doquier, ni de unas playas limpias e interminables, ni de la samba. No. Cosas más sencillas y curiosas, que no suelen poner las guías turísticas y que he aprendido por experiencia directa. También advertiré que es la experiencia cosechada en el estado de Santa Catalina, y no en Sao Paulo o Brasilia.

1. De entrada, la actitud positiva del brasileñ@ que se manifiesta en la permanente sonrisa. Sonrisa de saludo, sonrisa de acogida, sonrisa en el ascensor, sonrisa de despedida, sonrisa del camarero, sonrisa de la recepcionista, sonrisa del vendedor ambulante… Es imposible no sentir la energía positiva, que surge de tan espontánea y sincera actitud. No es la sonrisa falsa del vendedor de alfombras marroquí, ni del frío camarero francés, ni del inquietante policía alemán. No, es una sonrisa acogedora y generalizada.

2. Además, cuando me presentaron personas en un evento oficial, en los pasillos y antesalas, además de la sonrisa, era llamativo el contacto físico natural, apretando la mano, abrazando e incluso estampando besos, y más curioso que incluso los estampaban hombres curtidos a otros iguales. No lo digo con prejuicio sino con asombro. Es como si desde el primer contacto, mostrasen la bandera blanca y la oferta de amistad. Maravilloso.

3. Sabía que las playas eran espectaculares, pero además de estar cuajadas de vendedores ambulantes con bolsas, mostradores al cuello y enormes carritos colgados de objetos típicos, llama la atención que hasta para comprar una pulsera, botella de agua o pañuelo, estos vendedores de porte humilde, camiseta colorida y chanclas, no solo demuestran una amigable hospitalidad, sino que te cobran los pagos con tarjeta de débito y de crédito.

4. También es llamativo el culto a la apariencia, la belleza y la elegancia al vestir. Es verdad que existe un bloque tremendo de brasileños con camisetas sencillas y chanclas, pero en paralelo lucen elegantes otro bloque de brasileños con traje y brasileñas con vestidos hermosos, más allá de actos oficiales, en terrazas, comercios o autobuses. Dice mucho, que aquí a los gimnasios se les llama “Academias”.

5. En el plano de prestaciones hoteleras no puedo menos de hacer hincapié en algunos detalles simples pero interesantísimos en el hotel Intercity, de buena calidad sin ser elitista. El primero que al pasar la tarjeta-llave por el lector ya cuentas con todas las luces de la habitación, sin la clásica carga del residente de tener que introducirla en un cajetín para que la luz se haga. El segundo, que existe en el interior de la habitación junto a la puerta, un pequeño interruptor que según se pulse, encenderá en el exterior una luz verde (con símbolo de limpieza, indicando que la habitación puede limpiarse), o una lucecita roja (con símbolo de descansar, indicando que no se debe molestar. O sea, que no hay que colgar una tarjeta del pomo exterior de la puerta que se cae, voltea o algún gracioso quita. El tercero, es un toque japonés, pues en el baño junto al inodoro hay una manguerita metalizada con pulsador a presión de agua (washlet), evitando el uso de escobillas y facilitando a quien lo precise como los japoneses una limpieza a presión de lo que haga falta. Y por último, lo que más agradezco de los hoteles: una cama inmensa, limpia y con almohadones amigables.

6. Los restaurantes a los que pude asistir, además de la enorme amabilidad del servicio, ofrecían comida sabrosa a precio asequible. Y en el congreso facilitaban un tentempié de frituras, jamón, pollo frito, pasta, croquetas, nugget, tarta y otras delicias, pero además de estar presentado en enormes platos en grandes mesas, observé que todos los asistentes tomaban sus piezas con servilletas de papel, ya fuese una croqueta o un trozo de pizza, lo que demuestra su gran sentido de la limpieza.

7. Los vendedores de las tiendas no son agresivos, sino muy acogedores, hasta el punto de que compras cualquier cosa y te acompañan hasta la puerta, no sin antes preguntarte de dónde vienes. Y si no compras ni te miran mal, ni profieren maldiciones por lo bajo. Es más, tomamos zumo de caña de azúcar y nos sentamos por error en la terraza de un establecimiento vecino y el propietario de éste nos invitó a seguir allí sentados pues no había problema aunque no consumiésemos, pues otro día sería al revés. En suma, un talante de vendedor abierto y afectuoso.

8. También es llamativa, al menos por nuestra experiencia, que en los locales en que hemos estado, los españoles somos los más ruidosos, los que más gritamos y nos reímos con estruendo. En cambio, los brasileños hablan suave y lento, con un portugués meloso, con eses serpenteantes.

9. Tuve ocasión de saludar a un brasileño, y en su hogar que era un cuarto piso, nos mostró una barbacoa enorme encastrada en la pared, y nos informó que cada vecino tenía la suya, con su propia salida de humos, y a base de leña de carbón. Eso se debe a lo habitual de las carnes a la brasa, que por cierto, es sabrosísima, y sabe mejor en Brasil (no sé por qué).

10. Y finalmente, señalaré que saben cómo dirigirse a ti con calidez y familiaridad, que te provoca una sonrisa cálida. Lo digo porque la encargada del plató de televisión del Congreso, me presentó con voz clara como “Tenho o gosto de apresentar-lhes o SENHOR JOSÉ JAMÓN”… Sí, como lo oyen, me han llamado muchas cosas, pero ninguna tan elogiosa ni bella… Me falta por saber si soy José Jamón ibérico o de Pata Negra.

Y aunque todo es maravilloso, me encanta volver a mi querida guarida de España.


Descubre más desde Vivo y Coleando

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

2 comentarios

Gracias por comentar con el fin de mejorar

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.