Con humor sabe mejor

Soy un extraterrestre

Lo confieso. Soy un extraterrestre. Llevaba mucho tiempo mezclado entre los terrícolas, observando su modo de vida y espiándoles discretamente. Incluso he aprendido a hablar y escribir y me relacionaba con ellos, mirándoles a los ojos y cambiando impresiones. He hecho amigos y mi familia terrestre no sospecha, e incluso he ascendido profesionalmente hasta donde he podido sin humillarme ni hacer la pelota, dos técnicas muy terrícolas, que no somos capaces de aprender los que venimos del planeta de la luz.

Ya no debo informar a mi planeta que los humanos no son un peligro, porque los terrícolas usan una estrategia muy eficaz hacia la propia autodestrucción, así que mi misión ha terminado.

Como extraterrestre he desarrollado una vida como intruso en la Tierra con pleno éxito hasta el punto de que he padecido el que llaman aquí síndrome de Estocolmo: me seducía la era de los electrodomésticos; me encantaban los tiempos de fomento de habilidades como humanistas, historiadores o escritores; disfrutaba con buena compañía y la gastronomía; me creía que el amor es una fuerza motora del mundo y no un pasatiempo; y entendía lo de tratar a los demás con dignidad.

Pero las nuevas tecnologías no han ayudado a los terrícolas a ser más humanos, a contemplar su pasado, a comprender su propia mente y a sentirse parte de un único mundo, donde todos importan y todos deben salvarse. La última generación se ha dejado arrancar de los brazos de la “madre analógica”, para arrojarla a los brazos de una “madre digital” inmadura e insensible.

Y por si fuera poco, los dioses de los terrícolas, sean religiosos, o bien altos principios o valores universales como la solidaridad, igualdad o dignidad, han desaparecido de su esfera de prioridades. No se cotizan en el corazón terrícola: valoran lo inmediato, lo placentero y sufren ciego egoísmo.

Sin embargo, debo elevar el presente informe a los superiores de mi planeta, y lo haré con frases rápidas porque no merece la pena perder más tiempo con este planeta hostil:

  1. No interesa colonizar la Tierra, pues no es un planeta rentable. El medio ambiente está abandonado y la corteza terrestre está pisoteada y urbanizada, con las aguas en trance de contaminación.
  2. La Tierra está dominada por una especie peligrosa, temeraria y despiadada, que llaman políticos. Tienen un serio problema genético para decir la verdad.
  3. Me temo que otros extraterrestres poco recomendables están visitando la tierra y lo hacen disfrazados de gobernantes (un tal Putin y Trump, resultan inquietantes).
  4. Los terrícolas son un modelo defectuoso desde que nacen porque no todas sus piezas envejecen a la vez, no las cuidan y frecuentemente se autodestruyen antes de tiempo. Además no tienen una carrocería y motor especialmente complejo, porque he conocido un traumatólogo terrícola que definió al “ser humano”, como “simple montaje de tubos y andamios, de mediocre calidad”.
  5. Como excepción, digna de examen en laboratorio, hay terrícolas de longevidad portentosa, como dos miembros de algo que llaman Rolling Stones, un tal Keith Richards, que parece un muerto viviente, y un tal Mike Jagger, que parece un vivo que jamás morirá.
  6. La mayoría de los terrícolas están dejando de usar su “inteligencia natural” para lo que llaman “inteligencia artificial”. Sus habilidades manuales y artesanía han sucumbido a la mecanización y automatización, hasta el punto de que ningún Leonardo, Miguel Ángel o Velázquez podría alumbrarse hoy día, porque infinidad de artilugios diseñan, pintan y construyen sin necesidad del genio humano.
  7.   La obra de Homero, Dante o Cervantes, y de Mozart, Van Gog, Paganini, Gaudí o la Pavlova, como la de infinidad de  los justamente llamados artistas clásicos, ha pasado de moda y está enterrada bajo aluviones de imágenes, textos, diseños y palabrería volcada a las redes sociales.
  8. Los terrícolas no entendieron los mensajes que mandamos con los últimos exploradores infiltrados, los dejados por los agentes Jesús, Buda, Confucio y Mahoma. Mira que costó diseñar la operación de implantación de bondad a los terrícolas, pero los terrícolas se encargaron de manipular sus mensajes.
  9. Tampoco los terrícolas entienden los mensajes de la naturaleza. Ni las pandemias, ni los terremotos o inundaciones. Nada de nada. Se limitan a esperar que pase el suceso, lo olvidan y lo entierran con eso que llaman “Carpe diem” (que muchos traducen por el “día de las carpas”).
  10. Todo lo que son y merecen los terrícolas, lo sintetizaré con nuestro idioma extraterrestre, que ningún humano comprendería: «Cucurrucú, pgx Paloma, enfiteusis Hotz, Dog, sidra-harta, 3`1416 Core F1».

Por cierto, casi me descubren hace diez días, porque drené toda la energía del entorno para poder cargar mis baterías para retornar a nuestro planeta y se produjo un apagón enorme en lo que llaman España y Portugal, pero nadie ha podido relacionarme con ello.

Así que voy a quitarme el disfraz. Aunque mi cabezota me delataba por su tamaño, fuera mis gafas que ocultaban aparentes dioptrías. Fuera michelines que disimulaban mi apolínea figura. Fuera lo de doblarme para parecer más bajo. Fuera lo de mirar con ojos de vaca sin decir lo que pienso. Cambio de piel. Eso sí, me llevaré algunos libros porque debo reconocer que hay terrícolas que son sabios. Uno de ellos, un tal Arthur C. Clark dio en el clavo cuando dijo que:

Estoy seguro que en el universo hay vida inteligente. Demasiado inteligente para venir aquí.


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2 comentarios

  1. Decía Rad Bradbury que no hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende o que no sabe.

    Tristemente, ese temido momento de ignorancia colectiva, de inmadurez global, de falta de valores y de tecnología superficial (adictiva, apropiadora de voluntades y regresiva), del que informa el desencantado extraterrestre a sus superiores, ha llegado.

    Aunque disfrutamos de más tiempo libre que nunca, no lo dedicamos a pensar, a prepararnos, a mejorar y hacer crecer nuestra humanidad. Sino a buscar me gustas, discutir por bandos, centrarnos en lo material y frivolizar.

    El problema, siguiendo a Bradbury, es que sin libros no tenemos pasado ni futuro y el presente -el añadido es mío- es artificial y quimérico. Nos convertimos en una imposibilidad humana en un mundo imposible. Lo que nos lleva a la destrucción.

    Esto ha terminado provocando que, después de tantos años, hasta nuestro integrado extraterrestre acabe por rechazar seguir siendo aceptado como uno más y quiera mostrarse como es y no confundirse con nosotros.

    Ante tan «humana» tentación habría que recordar a nuestro hastiado marciano que tiene una familia, un Tribunal, unos amigos, un perro, unas gallinas (ponederas de huevos de colores), una casa (con parcela, jardín y palmeras), unos lectores (fieles), unos seguidores (leales) y…una conciencia a que atender, que no puede abandonar, ni matar con la impresión que sufrirían de verlo en su estado natural.

    Y que la mejor manera de ayudar a revertir la situación y evitar que el materialismo, la incultura, la industria más devastadora y, en general, los malos marcianos (los Putin, Trump, Xi Jinping, Kin Hon un…; las desaprensivas corporaciones farmacéuticas, armamentísticas, tecnológicas…-; y los ricos y multinacionales que gobiernan el mundo) acaben ganando (invadiendo irreversiblemente de inhumanidad y destrucción nuestro mundo y haciéndolo inhabitable), es seguir estando infiltrado, siendo reservado, actuando de corazón, de forma comprometida y sirviendo de ejemplo.

    Hasta entonces, querido extraterrestre, tu misión no habrá terminado. ¡Gracias! por tu sacrificio y ayuda.

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  2. solo espero que todo Balla a mejorar y seamos mejores humanos. Cada día un día a la vez. Solo por hoy se mejor tu puedes hacer ser lo. 👋🏼🙏🏼🫶🏼💎💪🏼🌍

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