
Escuchaba la noticia de que los científicos creen haber descubierto indicios de vida extraterrestre a 124 años luz. Sin embargo, tras mi estancia estas vacaciones de semana santa en el sur de Italia, no hacía falta tanto despliegue ni ir tan lejos. Hay extraterrestres, pero están en la tierra y son los napolitanos.
Me explico. De entrada advertiré que los napolitanos son amables, hospitalarios y cálidos. Todos los que me tropecé, o consulté o me atendieron, demostraron gentileza. Sin embargo, cuando se ponen al frente de un volante (o un manillar) creo que mutan y se convierten en extraños seres enloquecidos. Aclararé, que no me tengo por un conductor novato o mogijato, pues acumulo varios cientos de miles de kilómetros al volante, con manejo de siete vehículos propios sucesivamente y tres motocicletas, y sin accidentes destacables (solo abollones ocasionales sufridos y no perpetrados), además de haber viajado de un tirón en mi juventud desde Bélgica a España, desde Escocia a Madrid, o desde Oviedo a Rabat. O sea, curado de espantos.
Pues bien, he viajado a Nápoles, y circulando por la ciudad, entrando y saliendo de la misma, he sufrido una experiencia que va de lo psicodélico a lo espantoso. La teoría del caos llevada a la práctica. Veamos las situaciones que han visto estos ojitos y sufrido mi corazoncito:

- Existe un solo carril pintado de autovía con arcén, y de forma natural te ves sobrepasado por vehículos veloces…¡por ambos lados! No son fugitivos ni corredores, sino que con naturalidad te emparedan pues si ha hay hueco, hay vía de paso.
- Si existe un atasco a una hora punta, partiendo de que en Nápoles todo son horas punta, notarás que el vehículo de adelante no parece avanzar, pero el de atrás se aproxima e incluso sientes que te empuja. Además, aunque el embotellamiento suponga que ningún vehículo avance ni se mueva, el de detrás tocará la bocina y su conductor gesticulará de forma epiléptica, y seguramente acordándose de tus parientes aunque no crees que los conozca.
- Si te encuentras en un cruce de vías rodadas, no suele haber semáforos ni rotondas, así que el sistema es fácil. Tiene prioridad el primero que se la tome. Da igual estar a la derecha o a la izquierda. El caso es pasar, pero bajo la condición de no escrita de que «te vean». Entonces, tomas la iniciativa porque como conductor sabes que el otro para… o eso creen.
- Si existiese semáforo, cosa excepcional como dije, puedem darse dos fenómenos curiosos y absolutamente reales que he vivido. Primero, he visto el semáforo colgado de un débil cable en mitad del cruce. No enganchado o instalado en un poste fijo. No. Colgado, como si fuere un calcetín o una zapatilla arrojada. Es asombroso observar como un semáforo oscilante te observa de las alturas. El otro fenómeno curioso, que juro es real y no imaginado es que al llega a un cruce con semáforo, pude ver un letrero o aviso oficial que decía lo que traduje del italiano así «Ceda siempre el paso a la derecha, aunque el semáforo luzca verde, salvo que le ceda el paso el que circula por ese lado». ¡Caramba!
- Si existe espacio reservado para el autobús o el taxi, entiende el napolitano que solo debe respetarse el carril si no tiene necesidad de usarlo.
- Veamos las autovías. Las autostradas parecen pistas de fórmula uno que, en las entradas y salidas de la ciudad, multiplican las vías existentes, tantas como puedan darse. Muy llamativo es como usan el arcén, con naturalidad, y sobre todo, como por esos carriles paralelos, el doble de los que tiene pintada la carretera, van cambiando en zig-zag.
- La distancia de seguridad entre vehículos la respetan a rajatabla: unos diez centímetros, salvo claro está, que se pueda mantener una distancia menor para llegar un segundo antes a otro atasco.
- Lo de los scooters es tremendo. Hay miles y se cruzan o te adelantan a velocidad de vértigo ( por supuesto, la mayoría no llevan casco pero saben mirar el móvil mientras sujetan el manillar con la otra mano).
- Lo de reducir la velocidad si ven peatones también lo respetan porque si los viandantes cruzan por un paso de peatones o fuera del mismo, no hay razón para aminorar la velocidad el vehículo siempre que el peatón pueda ver al conductor.
- Lo de aparcar es una aventura. Los coches aparcan en lugares imposibles. Por supuesto, que las prohibiciones de aparcar solo vinculan a quien quiere cumplirlas. Tampoco les vincula la prohibición de estorbar. Además, el napolitano es ingenioso porque no distingue lo de aparcar en línea o en batería, de manera que si el aparcamiento es en línea, e incluso existiendo una línea azul que lo delimita, si le entra el morro del vehículo, pues aparca en batería o perpendicular a la acera, aunque asome el maletero y pese a que los vehículos que transitan por la vía tengan que sortearlo. Pronto aparcarán en vertical, al tiempo.
- También debo decir que vi algún vehículo con carabinieri e incluso con lo que parecían policías locales, pero ni se molestaban en poner orden en los atascos, multar o afear al conductor. Nada de nada. Es más, algún vehículo policial sin sirena ni aparente urgencia era el primero que se atravesaba o incumplía las normas.
- Claro que también puede adoptarse una actitud positiva, y mientras estás en pleno atasco viendo el infierno de Dante, deleitarse escuchando los pitidos de los coches o las sirenas de ambulancias que por cierto, tampoco pueden pasar.
- Visto lo visto, el panorama de los vehículos es deprimente. Casi todos los vehículos tienen abollones y desperfectos. Allí lo de la inspección técnica de vehículos no existe, sino mas bien todos juegan a lo de «aquellos chalados con sus locos cacharros». Hay vehículos minúsculos que circulan a más de cien kilómetros por hora, coches antiguos con parachoques colgando, vehículos que llevan en el techo camas con dosel o frigoríficos enormes, e incluso se puede ver al conductor sujetando la mercancía del techo con la mano que no usa para el volante.
- Para hacer juego, en las autovías, los márgenes muestran bolsas de basura, neumáticos abandonados, trapos arrojados…. Y en las calles estrechas de Nápoles, intentas pasar con tu coche sorteando hierros y basura, o sábanas colgantes.
- Claro que para mas inri, cuando paré a echar gasolina para repostar el vehículo de alquiler y devolver con el depósito completo, me atendió un joven italiano que, con una mano llenaba mi depósito y con la otra fumaba despreocupadamente. Le miré con mis mejores ojos de asombro, cruzados de reproche, pero no llegué a afearle su conducta porque su aspecto conjunto no era precisamente la de alguien que le gustase mantener debates o supiese articular varias palabras seguidas.



Todo lo que he comentado no era algo ocasional. No eran desajustes de tráfico, ni incidentes aislados, sino un caos constante y espantoso.
Tampoco los napolitanos son malos conductores…¡ Al contrario! Hace falta mucha pericia para sobrevivir indemne y llegar puntual conduciendo por las calles y vías napolitanas.
A lo mejor soy un alarmista. Quizá el problema lo tengo yo porque no deberíamos tener prisa ni impaciencia con el tráfico. Es más, quizá si viviese en Nápoles, cuando no tuviese nada que hacer, me lanzaría a conducir por sus calles para disfrutar del juego de sobrevivir y ver un cruce de colmena y ratonera en vivo.
En conclusión, si usted viaja a Nápoles y quiere tener una experiencia emocionante, aunque con riesgo de taquicardia, estrés, encanecimiento de cabello o riesgo físico, alquile un coche, e intente atravesar la ciudad. Le esperan arañazos, abollones, pitadas y todo tipo de sorpresas, así que haga un seguro a todo riesgo, salvo que usted proceda de Nairobi o Bombay y nada le resultará extraño en Nápoles.
Busqué explicaciones.
Primero pensé, que la experiencia de la pasada erupción del Vesubio había llevado a los conductores a actuar a velocidad de vértigo, como si quisieran huir a ninguna parte lo más rápido posible. También pensé que los napolitanos habían adoptado el estilo de conducir de los romanos, a la vista de lo que muestran los carros de la película Ben-Hur.

También barajé que quizá existían obras de mejora que dificultaban el tráfico fluido, pero no, porque si algo tiene Nápoles es necesidad de obras públicas, de forma y conservación. En su descargo quizá hay que decir que parten de la belleza de lo natural, lo caótico, del socavón y del pavimento con baches. Son forma de ver la ciudad.
Luego pensé que la manera de conducir del napolitano era un fruto evolutivo, la lucha por la supervivencia en una ciudad densa y angosta, con tres millones de habitantes y un pelotón de turistas, lo que había llevado a que el napolitano tenía una habilidad innata e intuitiva para conducir sin colisionar, algo así, como los murciélagos que no ven pero no chocan con las paredes.
Sin embargo, finalmente me he quedado en pensar que son extraterrestres que saben más que nosotros y no se mueven con platillos volantes sino con coches abollados.
Para superar la situación, nada mejor que una pizza napolitana….Y puedo decir que tras la experiencia, al seguro del tráfico, sabe mejor.
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