Claves para ser feliz

Están bien los deseos a los Reyes Magos pero tengamos un plan B

   Cuando era niño me fascinaba leer en La Mil y una noches, que había lámparas, animalitos o genios que concedían cualquier deseo.

  Luego vas madurando (dejando claro que “madurez” y “edad” no siempre van unidos) y te vas dando cuenta que la mejor manera de ser feliz es no desear lo que no puedes tener, o valorar lo que ya tienes.

  Es así que llega una edad en que los deseos que abrigamos pasan del “tener” al “ser”. En vez de «tener» más dinero, un coche mejor, un equipo tecnológico avanzado o un viaje exótico, resulta más perentorio y gratificante conseguir “ser uno mismo”: ser optimista, ser consecuente, ser saludable, ser un caballero, ser el propio amo,  ser querido….  

 Es verdad que el idioma juega malas pasadas y a veces queremos ser cosas que en realidad suponen “tener”, como quienes dicen que quieren “ser famosos”, “ser ricos”, etcétera. Lo importante es reparar en que “lo que se es” no depende de los demás, no se compra ni vende, sino que se construye a lo largo de eso que llamamos vida.

 Claro que no basta “ser”, porque como el cantante de los Rolling Stone. Keith Richards respondía con humor pero con fondo real, a la pregunta de qué esperaba del futuro, replicó “Estar, sencillamente estar”.

 Y yo quiero “estar”, pero también quiero que estén los que me importan, porque estar solo en la vida es una condena. Y quiero “ser” en presente, o sea, curioso, crítico, sensible, vivo y reinventándome por mi propia decisión.

Para no seguir con estas divagaciones, propias de la holganza de estas fiestas (si no nos paramos a pensar sobre nosotros mismos ahora, ¿cuándo lo haremos?), y como estamos en vísperas de reyes, no me resisto a colocar aquí los versos de un buen amigo poeta leonés, de gran erudición y fino humor, Juanjo

CARTA A LOS REYES MAGOS. A SSMM les pido:

Que se corte las venas la violencia y las pateras surquen los museos, que la guerra se libre en los tebeos y la fraternidad marque tendencia.

Que rebaje el suflé su señoría y expire en el escaño la mentira resplandeciendo la verdad sin ira en el hermoso atril de la empatía.

Que a los ábalos nadie los avale y extramuros se asile el disparate, que sensatez el aforado inhale.

Que el hemiciclo no parezca un ring ni un coro de ufanías el debate, que al golpe bajo se le ponga fin.

Bendito folletín si Alberto y Pedro se dieran el sí tomando en la cantina un chacolí.

POSDATA Que se apeen del mundo los bribones, que ingrese el moscovita en un convento y también el del pelo amarillento, que dejen de tocarnos los cojones.

Majestades, perdón por la expresión pero ha sido sin mala intención.»

En fin, que el mejor regalo que hemos recibido en la vida ha sido precisamente el tener la fortuna de nacer y la de llegar hasta aquí y ahora. Poder respirar, pasear, hablar, relacionarnos, disfrutar aprendiendo, sufrir la bendita rutina de otro día… No todos pueden decirlo.

 Seamos agradecidos. Recuerdo una crónica en que Arturo Pérez Reverte comentaba que había conocido en la calle a un mendigo que tenía un cartel donde podía leerse:« Dios mío, no me ayudes..¡Pero tampoco me jorobes!»


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