
Me he tomado unos días libres. 72 horas libres de trabajo y compromisos. Y me he sentido relajado, haciendo cosas sin rumbo, deleitándome con reflexionar sobre lo que soy, lo que tengo y dónde voy. Entretenido en escuchar la voz del alma o cualesquiera cosa que sea lo que me mueve. Creo que son los primeros tres días de este año que he parado las máquinas.
Lo hacen los submarinos cuando quieren pasar inadvertidos de barcos enemigos y no ser detectados por el radar.
He tomado un descanso laboral, un descanso digital, y un descanso de agenda social y doméstica. Pero no me he quedado en pijama en casa todo el día, ni tumbado en el sofá, ni jugando con el mando televisivo, aunque si hubiese querido lo habría hecho. Y sin remordimientos.
Sencillamente he caminado algo más, he comido algo más de lo que me gusta, he estado más tiempo con quien me importa, he escuchado algo de mi vieja música (que hoy no gusta, pero a mi sí) y he estado un poco más alerta hacia el mundo exterior, observando y analizando con buenos ojos lo que hace el mundo y lo que seguirá haciendo aunque yo no esté.

En esos momentos suele venirme a la mente la idea de que he convertido metafóricamente mi vida en un MacDonalds, donde todo va rápido y precocinado, al gusto ajeno; pero que felizmente en determinados oasis de descanso consigo cambiarlo por un restaurante de comida casera, donde prima lo lento y artesanal, al gusto propio. Maravilloso, pero solo ha durado tres días.
No necesito viajar lejos, ni cursos de yoga, ni coaching o zarandajas similares, ni perderme once días en soledad como hizo en su día la escritora Agatha Christie en 1926 posiblemente para encontrarse a sí misma, pese a las explicaciones terrenales que se barajaron.
Solo necesito que se olviden de mí la espalda y el colesterol, que mi familia no sufra nada preocupante, y olvidarme de la tiranía de la agenda. Entonces, pensando donde estoy y como vivo, me viene un sentimiento de inmensa gratitud. Gratitud por poder descansar y poder elegir qué hacer en la mayor parte de mi tiempo. Gratitud por estar vivo y con achaques menores. Gratitud por tener cincuenta euros en el bolsillo para gastar en el noventa por ciento de mis pequeños sueños. Gratitud por vivir en un país con una gran calidad de vida, un clima aceptable y paisajes increíbles. Gratitud por contar con dos dones que no sé cómo vinieron y que deseo que jamás se vayan: curiosidad tremenda y creatividad a flor de piel (dos virtudes que tienen una enorme rentabilidad emocional, inversamente proporcional a su rentabilidad económica). Gratitud porque la vida me ha dado muchísimo más de lo que necesito y porque nada de lo que pueda negarme en el futuro me arrebatará el bienestar ya recibido. Gratitud porque siento paz en mis relaciones con las personas que quiero, que significan mucho para mí. Y gratitud porque cuento con el mayor de los tesoros, un puñado selecto de grandísimos amigos con los que contar y que cuentan conmigo, y eso de sentirse acompañado en este mundo siniestro, es algo delicioso.

Estar agradecido con el presente porque soy capaz de percibir un “ahora” acogedor, sin sentirme herido por el pasado ni reconcomido por el futuro, es de las sensaciones más positivas que conozco. Sé que no todo son días de miel, vino y rosas. Pero si hay un mal día, pues admitamos el error, percance o dolor emocional, pero no lo desorbitemos en importancia (lo malo sirve para valorar realmente lo bueno), y no lo alimentemos instalándonos en la ira y la angustia, pues mañana será otro día regalado para vivir a nuestro estilo. No debemos desperdiciarlo mirando hacia nuestro monstruo interior atormentado pues siempre hay ventanas abiertas a la luz y esperanza.
No olvidemos que somos una de las cinco personas de las que no nos libraremos de estar en lo que nos queda de vida, de día y de noche, así que tenemos que aguantarnos e intentar sacar lo mejor de nosotros.
Comprendo la frase de Emily Dickinson “La eternidad se compone de «ahoras»”. El vivir ese “Ahora” a nuestro modo y saber vivirlo con alegría, es la mejor receta para ser feliz.
P.D. Querido lector, si has llegado hasta aquí, te lo agradezco, y como te resultarán cosas sabidas, personales o poco fructíferas, te debo una explicación, que es sencilla: no lo escribo para predicar sino como terapia personal que me ayuda mucho a ser mejor. Gracias.
Aquí está la melodía inspiradora que he utilizado mientras escribía el artículo… dadle la oportunidad de escucharla…
Descubre más desde Vivo y Coleando
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Excelente reflexión.
Felices Fiestas
Me gustaLe gusta a 1 persona
Maestro te leo y escucho a la vez a otro Cajaliano ilustre, don Rafael Yuste https://santiagoramonycajal.org/2024/12/14/rafael-yuste-el-cerebro-el-teatro-del-mundo/
Dejo un cita:
«En la vida no escogemos quiénes somos ni dónde nacemos, si somos altos o bajos, ricos o pobres. La vida nos reparte unas cartas determinadas. Creo sinceramente que he tenido suerte en el reparto».
Me gustaMe gusta
DE CONDUCCIONES, PARADAS Y ACTITUDES DE AGRADECIMIENTO
Dominar la capacidad de frenar, parar y «estacionarnos» y saber llevar la velocidad adecuada en cada momento y circunstancia es uno de los secretos de una vida equilibrada, sin accidentes y potencialmente feliz.
Sucede sin embargo que, aunque seamos nosotros quienes «formalmente» lo conduzcamos, el coche imaginario de nuestra vida se ha convertido en ¡automático! y, a la postre, lo acaban dirigiendo otros. Bajo esa aparente comodidad se esconde, mal que nos pese, un engaño. El de llevarnos por unos caminos y a una velocidad y revoluciones (metas, necesidades, deseos y horarios) que son los suyos y no los nuestros.
Es por ello que hay momentos en los que, para saber dónde estás, ¡recuperar! tu sitio, tener claridad mental, ¡rescatar! la consciencia de ti mismo, ¡liberar! a tu propio yo e, incluso, curarlo y sanarlo por dentro, hay que rebelarse y tomar la decisión de frenar, detenerte y ¡bajarte! temporalmente del vehículo del día a día.
Y, a partir de ahí, asumir con naturalidad que hay una actitud correcta para ser nosotros, ser mejores y merecer tener y mantener lo que tengamos (personas, valores, trabajo y bienes): ¡la del agradecimiento!
Solo entonces seremos capaces de ver y sentir en nosotros mismos:
¡QUE BELLO ES VIVIR!
(El Kanka)
Qué bello es vivir
A mí me gusta cada cosa
Que la vida nos ofrece
El placer me reconforta
El dolor me fortalece
Disfruto cada segundo
Y cada segundo que viene
Cuando pienso que disfruto
Más disfruto es lo que tiene
Y cómo me gusta recrearme
Disfrutando de cualquier soplo de aire
Y cómo me alegro de encontrarme
Tan alegre, tan feliz, tan despreciable
Qué bello es vivir
Cuando me asomo a la ventana
Y veo el mundo por la mañana
A mí es que se me alegra el alma
Y tengo que sacar el cava
Para brindar por esta vida
Que está tan bien fabricada
Y saco también el confeti
Y voy cantando por mi casa
Y cómo me gusta recrearme
Disfrutando de cualquier soplo de aire
Y cómo me alegro de encontrarme
Tan alegre, tan feliz, tan despreciable
Qué bello es vivir, qué lindo es amar
Yo te quiero a ti, tú me quieres más (BIS)
A cantar lara lara lara lara
A reir jaja jeji jaja jeji
A bailar muévelo p’allí muévelo p’allá
A aplaudir a dos manos milagro alegría
Por dios ni yo mismo me aguanto
Qué bello es vivir
Aunque la vida me maltrate
De la forma más espeluznante
Yo saldré cada día a la calle
Con mi sonrisa más grande
Y aunque nadie me soporte
Esta felicidad absurda
Y me echen de los bares
Y hasta mis padres me huyan
No es una rara enfermedad mental
Que todavía no se ha diagnosticado
Y no es el efecto de alguna cosita
Que yo sin querer me haya fumado
Qué bello es vivir, qué lindo es amar…
A cantar lara lara lara lara…
Viva y bravo “alegrida” ilusión qué bonico es vivir
Si se os nota en la cara que estáis
Esperando que acabe para hincharos de aplaudir«
https://youtu.be/KA5Mi-136Ns
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hermoso artículo, muchas gracias
Me gustaMe gusta