La palabra “azúcar” es bella y exótica. Su significado evoca dulzura y placer. El azúcar es el ingrediente que alegra las comidas que acompañan momentos festivos: pasteles y tartas, pausa de café, etc.
Paradójicamente, el azúcar presenta una cara amarga puesto que la sociedad opulenta ha comportado un exceso de azúcar, respecto de la tomada por nuestros padres y abuelos, por una triple razón. En primer lugar, la tecnología industrial propicia infinidad de productos azucarados de nuevo cuño, lo que acompañado de seductoras o agresivas campañas publicitarias, los hacen irresistibles. En segundo lugar, la calidad de vida lleva a que se come no para alimentarse sino por placer, y los postres se conciben como necesarios a diario, y con especial intensidad cuando se trata de una celebración (el “por un día” conduce a “por muchos días”). En tercer lugar, las tensiones de la vida moderna llevan a que una consolación o premio sencillo e instantáneo es la comida, particularmente los productos que brinda placer dulce (chocolate, café endulzado, bollería,etc).
Se impone por razones científicas, de salud y de elemental prudencia controlar el uso y abuso de azúcar y aplicar alternativas como el edulcorante natural Stevia. Veamos.
1. Según el estudio publicado en la Revista Nature en el año 2012, que se alzó en noticia periodística, elaborado por un equipo de investigación de la Universidad de California (encabezado por Robert Lasting), y avalado por múltiples informes en la misma dirección, puede afirmarse sobre el auténtico valor del azúcar para la salud humana:
a) El azúcar es necesario para el cerebro pues los glúcidos alimentan las células nerviosas y por tanto el cerebro.
b) El azúcar se consume con los alimentos cotidianos. Incluso en algunos de apariencia inocente como la fruta, el pan o la salsa de tomate. Donde existe un aporte calórico desmesurado es en dulces, tartas, galletas, bebidas azucaradas y cafés reiterados con reiteradas dosis de azúcar.
c) El azúcar de estos productos aporta lo que se conoce como “Calorías vacías” esto es, sin vitaminas ni minerales.
d) De hecho, el consumo de azúcar tiene un componente adictivo y con el agravante de que proporciona calorías pero no va acompañado de sensación de saciedad ( a diferencia de los alimentos ricos en proteínas, fibra o grasa), lo que explica que puedan comerse “chuches” y merendar o almorzar con apetito.
e) El resultado es que ese azúcar “hacer engordar” y de paso, incide en enfermedades como la diabetes, enfermedades cardíacas o de corazón.
Es más, otro estudio científico demostró que el exceso de azúcar provoca deficiencias en la memoria y la salud cognitiva en general.
2. Sabíamos que el exceso de sal incrementa el riesgo de hipertensión. Ahora que el exceso de azúcar es pernicioso, y debemos estar en guardia frente a estos nuevos enemigos de la salud.
Sin embargo, científicamente se ha demostrado que no todos los azúcares son iguales. Dentro de los azúcares simples o monosacáridos se distingue la dextrosa, la fructosa y la glucosa, pero el cuerpo no los metaboliza igual. El mas pernicioso es la “fructosa” (salvo el que incorpora la miel natural) en dosis excesivas: eleva el ácido úrico, bloquea el funcionamiento de la insulina (hormona que controla el nivel de azúcar en sangre) y de la leptina ( la hormona que indica la saciedad), propicia el crecimiento de la grasa abdominal ( barriga cervecera), reduce el colesterol bueno (HDL) e incrementa el malo ( LDL) así como eleva la presión arterial. Por eso, no está de más el hábito de leer las etiquetas de los productos para constatar los componentes dominantes.
¿ Donde está la fructosa? En todas las frutas aunque con distinta intensidad. Pero tal y como se ha indicado fundadamente, en el caso de la fruta las ventajas (aporte de fibra) prevalecen sobre los aspectos negativos ( mayor glucosa en sangre y mayor insulina), por lo que están en la base de la pirámide de la alimentación, como imprescindibles. No obstante los frutos rojos son los de menor índice glucémico (IG): fresas, cerezas y moras.
Donde acecha mayor peligro es en el chocolate, chucherías, azúcar de mesa, salsas y mayonesas comerciales, así como en los zumos industriales.
3. No se trata de demonizar el azúcar sino sencillamente de moderar su consumo. Es fácil hacer de abogado defensor del azúcar: “ Toda la vida se tomó y no pasó nada”, “Por un día, no pasa nada”, “ No me voy a quitar un capricho”, “ Ya haré ejercicio”, etc. El problema de estas excusas radica en que el exceso reiterado sí provoca perjuicios, nunca se trata de un solo día aislado y además el ejercicio que puede compensar el exceso de azúcar es desmesurado ( gráficamente, una pieza de bollería industrial requiere el gasto calórico equivalente a una hora jugando al tenis…¡ ojo!).
Los investigadores consideran que debería acometerse un modelo similar a la prudencia en el consumo del alcohol y el tabaco. La clave, tal y como la expresó e doctor Esteban Jodár, Jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Quirón de Madrid radica en tener claro que “ si se lleva a cabo una dieta equilibrada los aportes de azúcar diarios quedan cubiertos. Eso sí ,hay que reducir al máximo los alimentos y bebidas procesadas como bollería, dulces, cereales y lácteos enriquecidos”.
4. Una estupenda alternativa al consumo inercial de azúcar es el uso de Stevia, extracto endulzante y que deriva de una planta sudamericana completamente segura y recomendable. La leyenda negra de que la sacarina es dañina no afecta a la Stevia pues las críticas y estudios se refieren a edulcorantes artificiales que provocarían en exceso y a medio plazo trastornos intestinales y de otra índole.
Este es un sustituto natural y saludable para el azúcar, y existen razones sólidas y científicamente avaladas por las que Stevia es mejor que el azúcar refinado.
– No tiene efectos secundarios, a diferencia de los edulcorantes sintéticos.
– Estimula la producción de insulina.
– Reduce el apetito de alimentos grasos y dulces, lo que contribuye a bajar peso.
– Reduce la presión arterial por su efecto vasodilatador.
– Evita la formación de placa dental y caries propia de los azúcares ordinarios.
– No solo sirve para acompañar al café sino que se puede utilizar para cocinar u hornear y elaborar pasteles (aunque no carameliza o cristaliza como el azúcar).
Nunca se dio tanto por tan poco. Por algo es un dato relevante que en Japón se introdujo la Stevia como edulcorante en la década de los setenta, en los ochenta se implantó como aditivo alimenticio y es hoy día el dominante con el 40% de mercado, y sin efectos secundarios constatados.