Claves para ser feliz

Alfonso, los ochenta son para vivirlos

274-620x443Cuando alguien ha trabajado mas de medio siglo (una invisible esclavitud) y da la vuelta a la esquina de los ochenta años, supongo que se abre un período de reflexión. Una encrucijada donde nadie puede decirte qué debes pensar ni donde ir, y donde solo deseas no estorbar y que te dejen pensar en qué sendero tomar.

Es el caso de Alfonso, abogado andaluz ya jubilado que desde sus casi 81 años nos comentaba con melancolía sus problemas y deseos. No le conozco personalmente, pero le respeto más que a muchos con los que he compartido mantel y profesión, y aunque me enseñaron de pequeño a tratar de Don, a quienes merecen respeto por edad y dignidad, me perdonará Alfonso que baje esa barrera que no cobra sentido con las personas queridas.

Veamos el caso de Alfonso como otros de su edad que todavía siguen siendo un faro de guía y ejemplo.

charlie-chaplin---the-charming-clown Alfonso es un comentarista habitual de uno de mis blog, que tras cincuenta años de servicio en el mundo jurídico, y tras haber sembrado trabajo y familia, se encuentra asediado por esos dolores y molestias que a algunos más jóvenes ya nos trampean. Pero sobre todo me estremeció su comentario en el blog sobre su cansancio vital que leí en un escenario situado a 1000 kilómetros de Málaga, donde pasea y agita la mente; yo estaba de “vigilante de la playa” en Asturias mientras mis niños de 10 y 11 años se iniciaban en una tabla de surf con unos monitores (Playa de las Bayas). El día era espléndido, la playa de arena blanca y despoblada, las altas rocas frenando viento y mar, y allí en medio, sarcasmo de la vida, un padre con los pantalones remangados, con los pies en tierra húmeda por lo ardiente de la arena, mirando a los niños y con la herejía de consultar el móvil.

En ese momento leí el mensaje de Alfonso en que nos confesaba que “pensé que aquel cansancio y aquel profundo malestar era anuncio –más o menos esperado, pero nunca querido– de que “la nave que nunca ha de tornar” había atracado junto a mi muy próxima playa mediterránea y su patrón venía a buscarme, sabiendo, además, cómo él bien sabía, que, tenía yo preparada mi pequeña mochila, ligera, muy ligera de equipaje” para subir a la barca”

Ante la pronta réplica animosa de otros comentaristas, me di cuenta una vez más de la belleza de este mundo para quien quiera verla.

Captura de pantalla 2019-05-25 a las 18.53.20Era bello el paisaje natural que la madre naturaleza brindaba. Era bello que alguien de 80 años dedicase su esfuerzo a escribir en mi blog, pese a que el reloj ya iniciaba su cuenta atrás, y se comunicase con otros “puñados de neuronas en cuerpos mal diseñados”, que formamos un grupo multiforme a través de la red, y que hablamos de la Justicia, del poder, de las sorpresas que da la vida. Mas bello aún que manifestase seguir comprometido con su participación como comentarista, tal y como es esperada por la comunidad del blog. Y es que frente a los comentaristas tóxicos o comentaristas de autobombo que pululan por la red, Alfonso siempre se ha caracterizado por tres notas admirables.

La primera, su exquisita educación. Dice las cosas claras y con energía pero sin molestar ni dañar. He leído opiniones suyas críticas y lo hace con la destreza que da haberse curtido mucho en negociaciones y tribunales. Alfonso sabe que hay que sumar y no restar. Sugerir y no imponer. Disentir sin chillar y sobre todo, sabe argumentar. Creo que Alfonso era abogado antes de ser abogado y sigue siéndolo después de jubilarse. Persona que defiende y cree que es noble argumentar y contribuir a un mundo más justo.

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La segunda, es su admirable erudición. He leído infinidad de sus comentarios, la inmensa mayoría sin mi respuesta porque siempre he preferido soltar el tema para que el foro sea libre de debatirlo, y es habitual en él la cita literaria, filosófica o de experiencia, con especial gusto por los clásicos, griegos y latinos. Por eso creo que Alfonso es letrado, no como sinónimo de abogado, sino como hombre de letras, leído y además creo que escribidor.

La tercera, es su carga emocional. Siempre he dicho que la empatía es de los mejores pertrechos para la vida. La capacidad de comprender las razones de los demás y ser tolerante. Alfonso ha demostrado siempre esa empatía con los duros temas que el blog vierte. Con ello demuestra que sabe ver las aristas y dimensiones de los problemas. Que nada es blanco ni negro, ni siquiera claroscuro. Además Alfonso, pese a estar en esa edad en que poco parece importar a los corazones egoístas el rumbo del buque de la Justicia, se manifiesta siempre como defensor de los valores, de la necesidad de luchar por la justicia, y nos aguijonea con la necesidad de recuperar un poder judicial que merezca tal nombre y un legislador que esté a la altura.

Quizá es hora de recordar aquello de tener presente lo que nos enseñan nuestros mayores, porque me temo que los que hoy somos “menores”, con los tiempos que corren, jamás estaremos a su altura.

86be626c-62d1-4426-87e1-6dc10f42964cHace dos días, un amplio colectivo de juristas rendimos homenaje a tres amigos que se jubilaban con el consiguiente discurso. A dos les regalaron un reloj (curioso porque tras la jubilación contar el tiempo es una ironía); al otro un cuadro de su imagen sonriente (más curioso porque cruelmente el tiempo de aleja de esa imagen). El factor común era su servicio continuado como abogados, con lealtad, sensatez y por lo que yo viví con ellos, su grandísima honestidad y bondad, lo que es mucho en los tiempos que corren. Me permití intervenir con unas palabras y comenté «como avanzaba el escalafón» y como antes de darnos cuenta los presentes, estaríamos recibiendo homenajes semejantes si teníamos suerte de contar con buenos amigos.

Cada hora es única y merece ser vivida; el tiempo no debe «pasar» sino «usarse», tal y como señalé en otro post.

Querido Alfonso, permite que te recuerde que el cuerpo físico y la salud son compensadas a los ochenta con una mente más rica, un alma más sólida y una visión serena del todo. Algo a los que con menos años, la venda de la juventud, del consumo y lo terrenal, nos impide ver.

man-getting-applause-01Recibe este post como homenaje a ti y otros tantos que a tu edad, como mi tío Ramón de 83 (cuya vida ejemplar ya comenté), que siguen demostrando lo mucho que valéis y lo mucho que nos aportáis. Ya sé que con ochenta años, parece que ese número pasa a ser algo así como la seña de identidad, que oculta nombres y apellidos y otros intereses profesionales y el pasado, pues los demás en cuanto recibimos señales de alguien que dobla la esquina de los ochenta, los tratamos con arreglo a un estándar de respeto pero sin las estridencias y complicidad propias de compañeros del mismo viaje.

Me permito recordar las palabras de mi admirado Wayne Dyer, cuyas veinticinco frases estimulantes divulgué:

Siempre he dicho que nunca permitiré que una persona mayor entre en mi cuerpo. Es decir, no creo en el ‘pensar’ viejo. No se programe para descomponerse a medida que envejece con pensamientos que declinar es inevitable.

7 comentarios

  1. Mucho más que una emotiva emoción, es lo que me ha producido la lectura de los comentarios, que se han subido a este post. Digo que mucho más que emoción, pero no tengo palabras para reflejar en qué consiste esa superior emoción. Sólo sé que acabo de adquirir una enorme deuda de agradecimiento, que de inmediato llevo a mi «debe», con el compromiso sincero de hacer, cada día, en cada momento en que me sea posible, algo que pueda llevar a mi «haber», para ir reduciendo la deuda. Difícil lo tengo, pero lo intentaré, en el bien entendido que si logro llegar a saldo cero, mi agradecimiento no quedará jamás saldado, pues desde ya y para siempre ha quedado grabado en mi corazón y será el mejor bastón que me ayudará a caminar por mi interior. Gracias, amigos. Gracias, maestro.

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    1. Ni deuda, ni maestro. Sencillamente que la armonía y complicidad en valores es lo que mas une, y ya has dado sobradas pruebas de grandeza personal para tu lugar de honor en mis modestos foros blogueros y en mi particular parnaso de buena gente que nos hace ser optimistas en este enredado mundo. ¡Abrazos!

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  2. Bonitas palabras tanto las de J.R. Chaves, como las de Alfonso. Y una gran reflexión. Me ha gustado mucho leer a ambos. Un abrazo a los dos, y gracias por compartir tan interesantes reflexiones,

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  3. Un día un buen amigo y compañero de trabajo me recomendó leer tu blog, de esto hace ya bastante tiempo, y desde entonces no he dejado de leer cada uno de tus posts con la misma ilusión que lo hace un niño con su primer libro. Nunca escribí ningún comentario a pesar de que los leía todos. Hoy es diferente. Emocionada al terminar de leer el post » Alfonso, los ochenta son para vivirlos», he sentido una imperiosa necesidad de dar las gracias, como un alumno a su maestro, a ti J.R., a D. Alfonso y a tantas personas anónimas que escriben, por compartir con los demás pupilos vuestro buen hacer y por, de alguna manera, ayudarnos a pensar y a creer que desde la sana y respetuosa crítica se puede y se debe alcanzar un mundo mejor y más justo.
    Gracias.

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